En este período, cuando muchos hemos tratado de seguir la orientación de mantenernos en casa - para protegernos a nosotros mismos y a los demás de la contaminación - he tratado de traer a los lectores de este espacio textos más reflexivos, que nos alimenten desde adentro, de modo a fortalecernos en esta larga cuarentena, para enfrentar los días por venir. Un tiempo que, ciertamente, no será como antes.
Lo que se sabe es que una catástrofe social y sanitaria de esta naturaleza, insertada, en ciertos casos, en desastrosas y preocupantes situaciónes políticas, señala escenarios que, hasta ahora, filósofos, sociólogos, historiadores, psicólogos y políticos solo a tientas consiguen murmurar las primeras intuiciones.
Hoy traemos de España un reflejo de fuerte densidad e iluminación. Me atrevería a traducir lo que el autor llama de Evangelio, para Espiritualidad - una filosofia de vida que da sentido a nuestra vida, mueve nuestra acción en todas las circunstancias, sustenta nuestras decisiones más importantes y más simples, y nos llama a vivir el momento como fuera el último.
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"¡Qué enorme equivocación se cometió en la Iglesia cuando, con el paso de los años, terminó por fundirse y confundirse
el Evangelio con la Religión!"
Sigue el artículo de José Maria Castillo, teólogo español, publicado por Religión Digital, en 22/03/2020.
CORONAVIRUS HACE DESCUBRIR LA DIFERENCIA ENTRE RELIGIÓN Y EVANGELIO
Una de las cosas, que están quedando más patentes en esta enorme desgracia que estamos sufriendo - la pandemia del coronavirus - es la diferencia que hay entre la religión y el evangelio. Porque son dos cosas muy distintas. Y, en algunas cuestiones de enorme importancia, son experiencias y prácticas contradictorias. Ha tenido que venir una desgracia, tan espantosa como el coronavirus, para que mucha gente caiga en la cuenta de la diferencia que hay entre religión y evangelio.
Me explico. Una de las cosas más patentes, que estamos viendo en estos
días, es que las manifestaciones públicas de la religión (procesiones, solemnes
ceremonias religiosas, funciones sagradas en los templos, etc) son un estorbo y
hasta un peligro. Mientras que, por el contrario (en algunos casos y hasta hace
pocos días) echamos en falta que, en la vida y en la convivencia diaria,
estuviera más presente el evangelio, que es curación de enfermos,
atención a lo que necesitan los más desgraciados de este mundo, los que están
en peligro de muerte y hasta los difuntos (mendigos, ancianos,
personas marginadas, moribundos y hasta muertos).
Lo cual es comprensible. Porque “religión” y “evangelio” son
medios o caminos para buscar a Dios. Pero son medios o caminos opuestos. La
“religión” es un conjunto de creencias, normas y ritos, para tranquilizar la
conciencia. El “evangelio” es una “forma de vida” que `pone todo su interés en
remediar el sufrimiento de quienes lo pasan mal en la vida. Y todo esto es lo
que explica por qué la “religión” tiene su centro en “lo sagrado”, mientras que
el “evangelio” tiene su centro en “lo humano”.
Y esto es lo que explica por qué, según el “evangelio”, Dios “se
encarnó”, es decir: Dios “se humanizó”. Ante todo, en Jesús de Nazaret. De
forma que el mismo Jesús le pudo decir al apóstol Felipe: “El que me ve a mí,
está viendo a Dios” (Jn 14, 9). Pero no sólo en Jesús. Dios está
presente en cada ser humano. Por eso, el mismo Dios dirá a cada cual en el
juicio final: “Lo que hicisteis con cada uno de éstos, a Mí me lo hicisteis”
(Mt 25, 40).
Y es con el “proyecto de vida”, que humaniza
nuestras vidas, con eso contagiamos felicidad y seremos felices, incluso
aguantando las pandemias que nos puedan invadir.
También hay quienes buscan respuesta en la religión. Pero los ritos religiosos son acciones que, debido al rigor de la observancia de las normas, acaban constituyéndose en un fin en sí. Con lo cual, ni resuelven su problema, ni van a ninguna parte. Y para acabar: cuando centramos nuestra vida en el “ethos”, la conducta de la honradez y la bondad, el proyecto de vida que nos humaniza, nos hace honrados y buenas personas, entonces hemos encontrado el EVANGELIO.
Y es que el fondo del asunto está en algo que no nos entra en la cabeza.
En nuestra intimidad más honda, llevamos siempre preguntas que no encuentran repuesta. Muchas veces huimos de nosotros mismos o intentamos huir, buscando soluciones en la diversión o el egoísmo. Soluciones de repuesto que duran poco. En el fondo, quedan las preguntas y el vacío.
¡Qué enorme equivocación se cometió en la Iglesia cuando, con el paso de los años, terminó por fundirse y confundirse el Evangelio con la Religión!
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Fuente del artículo:
Crédito
de las Imágines:
1. Imágen de abertura del altículo original.
2. José MariaCastillo - www.publico.es.jpg
2. José MariaCastillo - www.publico.es.jpg
3. Papa Francisco recibe José Maria Castillo de la Rede Digital - España
www.redescristianas.net
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