Creo que el artículo del Profesor Titular de la Universidad de Buenos Aires, JORGE MARCHINI, publicado a continuación, puede ofrecer una visión complementaria, y ciertamente más realista, sobre el tema de la justa distribución de las vacunas en el mundo, y sobre la posición de las empresas productoras de vacunas en sus países de origen.
El profesor Jorge Marchini también es investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), Directivo de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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Por: JORGE MARCHINI - CLAE
El enorme logro de la ciencia de haber alcanzado en tiempo récord vacunas contra COVID-19, es contrapuesto, como cruda paradoja, por la mercantilización de la salud. Ésta no solo pone en evidencia las distancias económicas y sociales abismales en la atención médica, sino, y en forma inmediata, pone en riesgo la eventual posibilidad de revertir en el próximo período la pandemia mundial a través de la vacunación universal.
Pese a declaraciones extendidas de líderes
mundiales planteando que se trata de una «crisis de toda la
humanidad», la provisión de vacunas se está desarrollando como un negocio
privado excepcional.
La posibilidad y necesidad de la vacunación
masiva para la superación de la crisis sanitaria tiene como freno evidente
el hecho de que no solo que se trata a la vacuna como un producto de
mercado – “el que paga accede» o, como se refleja ya en lo inmediato, «el país
más rico vacuna primero” – siendo que el virus contagia no respetando
fronteras, privilegios económicos-sociales, ni leyes del mercado.
Paradójicamente, la inversión inicial en
investigación y desarrollo ha sido y es financiada centralmente con
fondos públicos y compras anticipadas estatales – incluyendo
las de países más pobres – que se han ido realizando aún previo a
conocerse la efectividad de cada vacuna y el período de protección al contagio
que puede brindar su aplicación.
Los recursos estatales volcados y
comprometidos a nivel mundial en las vacunas contra la Covid-19
hasta el mes de enero de 2021 se han estimado en más de
86.500 millones de euros (unos 104.000 millones de dólares) [1] pero pese a ello los grupos fabricantes pretenden
la propiedad monopólica de sus vacunas de veinte años, reclamando
el privilegio del derecho de exclusividad de patentes privadas
establecido por el acuerdo de propiedad intelectual (ADPIC) de la
Organización Mundial de Comercio (OMC).
No fue por lo tanto casual el cruce de denuncias
por las dificultades en la fabricación y entrega de las primeras
partidas y las campañas impresionistas y/o sucias de comunicación a favor y en
contra de vacunas, revelando la prevalencia de la competencia por sobre la
coordinación de esfuerzos internacionales.
Las disputas han dado pie hasta a posicionamientos geopolíticos de países centrales (EEUU, China, Rusia, Reino Unido, Unión Europea) para impulsar la más rápida aprobación y penetración de las vacunas de sus laboratorios.
Simultáneamente, la competencia anárquica se ha reflejado en la disputa por la provisión prioritaria de vacunas por parte de los gobiernos de países más ricos. El desorden se ha evidenciado también muy claramente en el grado de especulación y falta de transparencia de los precios negociados para las compras de dosis limitadas de vacunas.
En tanto, han seguido sin conocimiento
público los costos reales de investigación, producción y distribución y,
por supuesto, la magnitud de las ganancias empresarias. Estas
podrían tener aún mucho mayor significación a largo plazo, si acaso
se planteara el requerimiento de vacunaciones anuales recurrentes.
Aun cuando todos los laboratorios han prometido
precios «justos y razonables», el compromiso concreto de su significado ha
seguido siendo ambiguo, lindando entre prometer vender a costo en un período
inicial, a ser definido por las propias empresas, a brindar condiciones de
venta y crédito más accesibles para países más pobres, sin aclarar cuáles.
Ante la evidencia de la inequidad previsible en la
distribución de la vacuna, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
impulsó en abril de 2020 el lanzamiento de la iniciativa pública-privada Covax,
aspirando a la provisión de dos mil millones de vacunas a países más
pobres en 2021.
Pero ya comenzando a avanzar el año, la propuesta
había sumado compromisos de aportes que cubrirían solo la tercera
parte de los fondos necesarios para hacer posible el objetivo global de
vacunación planteado para el presente año, con 7.000 millones de dólares necesarios
y apenas 2.400 millones comprometidos [2].
Covax, además, sufre el hecho de la incidencia deformadora de decenas privados que utilizan su participación muy limitada (el 90% de los fondos prometidos hasta el momento son públicos) [3], como pantalla de relaciones públicas y para brindar opiniones grandilocuentes no especializadas o sesgadas [4].
Es la humanidad, estúpido.
Poco antes de las elecciones de 1992 en EEUU, el
entonces presidente George Bush (h.) era considerado imbatible por la mayoría
de los analistas políticos. En este marco, James Carville, estratega del
candidato demócrata Bill Clinton, pegó un cartel informal en las oficinas
de campaña sintetizando que su candidatura debiera centrarse solo en
definiciones muy simples que no debieran ser explicadas sino solo
agitadas: a) cambio vs. más de lo mismo, b) es la economía, estúpido, c)
no olvidarse de la salud.
Mucho ha cambiado el mundo desde entonces, y no
justamente para mejor. Se ha evolucionado hacia un mundo que pese a sus
notables avances tecnológicos, plantea desigualdades y marginaciones cada vez
más evidentes. El combate imprescindible a la pandemia pone claramente
en evidencia ahora también la necesidad de superar el ocultamiento de intereses reales tras frases altisonantes,
superficiales y/u oportunistas de asesores de imagen.
Los países de América Latina, así como en
general todos los países periféricos y sectores marginados de la atención de la
salud, deben establecer y reclamar claramente sus prioridades y coordinar
posiciones y acciones urgentes y viables, como ser:
- a) Priorizar los presupuestos
de salud pública considerando la existencia de un estado de necesidad (Ej:
primero la salud y no los especuladores financieros).
- b) Garantizar la
vacunación universal, combatir concretamente y tomar posición abierta en
foros internacionales contra discriminaciones que inhiben el acceso
alcanzable, seguro y efectivo de tratamientos diagnósticos y vacunas de
países periféricos y sectores marginales.
- c) Siendo una pandemia mundial y gozando los laboratorios de una apoyatura pública y social garantizada, exigir la transparencia pública de costos/ beneficios/ precios de producción de vacunas. Desarticular superbeneficios rentísticos (patentes monopólicas de largo plazo), por deber ser considerada en forma terminante ésta como una «crisis de seguridad», tal como es definida puntualmente en acuerdos internacionales existentes [5].
- d) Impulsar sin demora políticas públicas activas de investigación y desarrollo para la producción local y la complementación armónica regional e internacional en la fabricación y abastecimiento de equipos, insumos y medicamentos (incluyendo vacunas)
La crisis actual no requiere de palabrerías vacuas
e impresionistas, sino de propuestas, medidas y acciones urgentes concretas que
prioricen la salud de la humanidad por sobre los negocios privados y las
especulaciones geopolíticas. La pandemia ya ha provocado demasiado dolor y
daños. No hay tiempo que perder.
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Fonte do
artigo:
http://estrategia.la/2021/02/02/virus-internacionalista-pero-vacunas-privadas-y-nacionalistas/
Crédito de imagen:
1. Las imagines 1, 2, 3 y 5 integran el texto original.
4. Llegada vacuna coronavac en Brasil.
En: https://www.cnnbrasil.com.br/saude/2020/11/19/veja-imagens-do-primeiro-lote-da-coronavac-enviado-ao-brasil
Nota: Las imágenes publicadas en esta publicación pertenecen a sus autores. Si alguien tiene los derechos sobre uno de ellos y quiere retirarlo, envíenos un comentario.
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Notas:
[1] Kenup Foundation : https://healthpolicy-watch.news/81038-2/
[2] https://www.bbc.com/mundo/noticias-55820032
[3] Ver detalle en https://www.gavi.org/sites/default/files/covid/covax/COVAX-AMC-Donors-Table.pdf. Puede observarse que el mayor contribuyente privado, el supemillonario Bill Gates, el creador del gigante del software Microsoft , ha prometido aportes por USD 127 millones, representando el monto 8,5% de la expansión en USD 1.500 millones de su patrimonio en el crítico año 2020 ya alcanzando según la revista de negocios Forbes los USD 98.000 millones ( ver https://www.forbes.com/billionaires/)
[4] Ver detalle en https://www.gavi.org/sites/default/files/covid/covax/COVAX-AMC-Donors-Table.pdf. Puede observarse que el mayor contribuyente privado, el supemillonario Bill Gates, el creador del gigante del software Microsoft ha prometido aportes por USD 127 millones, representando el monto 8,5% de la expansión en USD 1.500 millones de su patrimonio en el crítico año 2020 ya alcanzando según la revista de negocios Forbes los USD 98.000 millones.
(ver: https://www.forbes.com/billionaires/)
[5] Artículo 73 (b) del Acuerdo de Aspectos Relacionados al Comercio de Derechos de Propiedade Intelectual (TRIPS de la OMC) que habilita a los países- miembros a «tomar cualquier acción que considere necesaria para la protección de sus intereses esenciales de seguridad». Observar, por ejemplo, iniciativa delorganización multilateral Centro del Sur (South Centre) de Ginebra en https://drive.google.com/file/d/1kHS3-1yRztlwDMrylKIcDHcub4-j0l7n/view?usp=drivesdk
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